El día 20 de febrero en mi colegio se empieza a leer El Quijote. Fue un acontecimiento muy bonito, todos leímos a coro el primer párrafo, estuvimos acompañados por autoridades de diversa índole. La actividad continuaría con la lectura por curso de diversas adaptaciones de esta obra y un resumen posterior realizado por todos y cada uno de los alumnos. De esta forma obtendríamos "un quijote" por clase.
Hasta aquí todo muy bien y organizado. Ahora a alguien se le ocurre, y ¿por qué no terminar esta lectura con un teatro?, bueno, vale, posible. No creemos que haya tiempo de preparar una adaptación que hemos encontrado. Pues... y ¿si lo hacemos en guiñol?
Ea! Dicho y hecho, bueno, hecho es un decir.
Ahora vamos en busca de marionetas. En Villardonpardo hay un maestro, Fermín, que se ha ofrecido a hacer un taller. Perfecto. Una mañana viene y con gran destreza enseña a niños de 5º y 6º.
Los niños disfrutan de lo lindo, los mayores también. La técnica papel maché sobre una botella de dos litros de plástico cortada por la mitad y vuelta a pegar.
Nos reunimos un día y repartimos los personajes e intercambiamos ideas.
Mientras tanto se hace una adaptación de la obra de teatro para que no resulte demasiado larga (larga y trabajosa fue la adaptación, mejor no contar horas, ¿verdad jefe?). Se eligen niños con buen nivel lector y buena voz, otros para manejar las marionetas, una ilustradora para hacer los fondos de los distintos cuadros y un guiñol prestado, ya no nos da tiempo a más. Los días corren y todo está a medias.
La Tolosa, el ventero, el mozo, el cura y la sobrina o princesa Micomicona esperan su turno. Póker les custodia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario