Esta

Iba feliz, la gente que esperaba en la consulta, muy educada, saludaba dando los buenos días. Pero !quieto parao! se abre una puerta y se oye al fondo "fulanito de tal", la voz no era demasiado agradable, pero bueno, no todos vamos a ser locutores de radio o teleoperadores. La persona nombrada se levanta, entra y sale con unos botecitos en la mano. Por fín llega mi turno, y voilà, conozco a la dueña de aquella voz, y nada me extrañó, con esa carita de amargada no se puede tener una voz agradable. Saludo, no me responde, me da dos botecitos con tapones de diferentes colores y por aquella boca sale: ya está!
Salgo, pregunto y ahora qué? Me dicen que ahora por la otra puerta vamos entrando a la extracción de sangre según turno.
Vuelvo a esperar y mira por donde me encuentro con la poseedora de aquella voz de nuevo, pero, a no ser por que no me encontró la vena y me tuvo que decir que cambiara de brazo no hubiera tenido la dicha de volverla a escuchar.
Pero, gracias a Dios, no todos somos iguales, había un compañero suyo que me dijo, amablemente, que no me quitara el algodón en 5 minutos, y me ayudó a coger el abrigo. A "ella" espero no volver a tenerla que oir.
No se si en la facultad de medicina o enfermería hay alguna asignatura de tratamiento de enfermos, supongo que no, sólo saben mucha bioquímica, mucha patología y mucha anatomía, pero es más importante el cariño y los buenos modos que un fármaco milagroso.
Señorita enfermera: ¡Sonría por favor!
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